martes, 2 de septiembre de 2008

Lo dejaba ser el fuego que ardía en su interior...

Bueno,es la 3ª,es la vencida(?)

Estuve pensando un montón hoy,también durmiendo y bueno,no voy a relatar mi día,lo único que se es que
En este momento tengo un montón de frases rondando en mi cabeza lindando con la tristeza,preguntándome si se terminó algo que yo venía construyendo.De a pasos muuuuy pequeños,granito por granito,pero no se si sigue en pie,ya no depende de mi.Lo que pasa es que tampoco entiendo si realmente hay gente que le importan los sentimientos del otro o en realidad,NO es que no piensen en ellos,si no que con su edad,una inmadurez a cuestas,indeciso(a)s por naturaleza,terminan lastimando los de las personas que realmente tienen definido qué es lo que quieren,que proyectan,que determinan qué camino van a seguir.Estas personas pueden lastimarte tanto que hasta pueden lograr que ahí sí te equivoques y tomes los caminos equivocados.Estos van desde la droga,el alcohol,la depresión,las pastillas,el llanto ininterrumpido,etc.No por estas líneas quiero provocar lástima,resentimiento,rencor,tristeza,etc. Solo estoy tratando de exponer lo que se me viene a la mente,casi como si hiciera un testaferro de lo que opino en estos momentos,en los que como dije anteriormente,creo que se está por morir un proyecto que tenía.Solo me resta esperar a su confirmación...

No os aburro más y doy paso a algo un POQUITITITITITO más saludable y entretenido que lo que piensan mis neuronas,porque probablemente el lector tenga sus problemas y para qué mierda va querer hundirse leyendo los de otro...


Este texto tiene una carga emotiva muy importante y fue escrito el mismo día que abría este espacio.Espero que sepan valorar que lo estoy compartiendo en internet,porque hasta ahora éramos 2 los que lo habíamos leído.Cuántos serán ahora? No lo se...

Desvirgar la memoria


Hoy no era un día más, ni para ella ni para él. Hoy era el último día de su inocencia, esa inocencia que nadie le había quitado, que requería de otro, de él, de sus manos, de su cuerpo, de sus expresiones. Iban a jugar con fuego, con la última frontera entre ser niño, jugar a los juegos, reírse de la nimiedad, leer el cuento de la adultez para pasar a vivirlo. Él ya sabía lo que tenía que hacer, aunque se encontraba algo influenciado por el cigarrillo que previamente habían fumado. Tenía que desvestirla con gentileza, desnudar suavemente sus dudas, su pureza, deslizar su imaginación y llevarla a desvirgar la memoria. La tomó por la espalda y con algo de dificultad empezó a actuar. Se notaba en los ojos de ambos, la pubertad que los perseguía, la reacción ante olores, sentimientos nuevos, impresiones inimaginables, ella se dejó llevar. Afuera no hacía frío, no hacía calor, no llovía, no nevaba, no había viento. Adentro solo había sudor, hormonas y emoción. Rotaba y se movía el mundo, pero el tiempo estaba congelado, una con los ojos cerrados, el otro tratando de hacer las cosas bien. Después de todo, él tampoco era un experto, era a lo mejor un adelantado pero distaba mucho de ser un conocedor en la materia. Para él, el cerebro hervía y tenía sensaciones increíbles, mezclando sexo con amor, droga con pasión, estaba todo relacionado. Ella, bueno, ella solo investigaba, levitaba, dudaba entre uno u otro, entre omitir o hacer, abandonar o seguir, pero siempre quería estar, como sea, pero no quería que él la abandone. Una música indecente se reproducía en los parlantes, pero allí, en esa cama, ya no sonaban más que los rebotes de los corazones, la fricción de la piel, ya se había muerto cualquier nervio de más, parálisis de inmadurez aunque todavía quedaba esa pequeña resaca de duda, de temor. Mientras, el cuerpo del hombre actuaba, daba un sermón casi infinito al de una mujer que hasta hace un rato era la representación del color blanco, de la pasividad, del recuerdo del primer beso y ahora paradójicamente se mezclaban en besos y abrazos en una colcha a punto de explotar. Fue entonces que ella empezó a deducir que algo estaba por explotar allá abajo. Algo que no podía ser común, algo placentero en ebullición, con una extrema sensación, como si uno pusiera un dedo en un volcán, quemaba, quemaba y mucho. Él la seguía mirando y apreciando a los ojos aunque ella ni se percataba, estaba concentrada en esa sensación nunca antes vivida. La observaba y pensaba que lo que estaba pasando, no era cualquier cosa, no era un coito, no, eso no se podía llamar coito, es una palabra muy fea para describir lo que él también estaba viviendo. Es que le temblaban las piernas, sentía hormigas en todo el estómago que iban bajando como si se fuesen a devorar todo lo que encuentren a su paso, quizá era tiempo de finalizar, o no. Él solo le quería hacer bien a ella, hacerla disfrutar, si él la podía pasar bien, mejor, pero su prioridad, siempre era ella, a todo momento. Alguna frase soez se le pudo escapar a alguno pero era todo parte del juego, del acto en sí. Entonces todo se oscureció, un grito resumió todo y ella se acostó a su lado. Se miraron por alrededor de 1 hora, o bueno, a lo mejor 15 minutos, no lo van a saber nunca, el tiempo no iba ni venía. Los labios chocaron un par de veces, algún “te quiero” se escapó de la boca de él y ella lo retrucó con un “yo más”. Seguían los ojos fijos y rojos de él, alabando a los de ella, tan lindos como siempre, con una forma tan particular... Luego una charla, la libido ya había bajado a niveles inconmensurables y fue cuando, de una vez por todas, desvirgaron la memoria…


FIN
Sonó Mientras: A Elsa y Juan-Eterna Inocencia
Días Tristes-Eterna Inocencia

No hay comentarios: